Laura, veterana colaboradora corazonesca,
se incorpora a la singladura shadowliner con este
pútrido alegato.
LO
PUTREFACTO COMO BELLO
O
la selección molecular de nuestra pituitaria
por Laura
Naranjo
Tengo
la manía de dejar cosas para que se pudran. Cualquier tipo de comida, esté
elaborada, fresca o pasteurizada, en vinagre o con ajo. El aspecto de unas
lentejas olvidadas en un recipiente de cristal con tapadera es algo realmente
repugnante; no así su olor, pues no es nada reseñable. Su textura sin embargo
es lo más parecido a un vómito que se puede observar, aparte de un vómito de
verdad, de los de corte de digestión. Tengo la necesidad de descubrir las
formas que adquiere un limón al secarse: pierde su color amarillo y pasa a ser
algo arrugado y marrón, tan duro que es imposible cortarlo con un cuchillo
normal, de cocina.
El
puré de verduras podrido, o en fermentación, se lleva el premio al olor que más
asco da. Aunque realmente ese concepto creo que no es adecuado, y hablo desde
mi humilde percepción humanoide (que es lo que he llegado a ser, un humanoide
insensato y sin objetivo). El olor es una de las pistas más importantes sobre
lo que nos rodea. De hecho, he llegado a creer que es el más importante de los
sentidos que tenemos. El que más imágenes evoca, más sensaciones, recuerdos,
sentimientos, personas, lugares, sabores, colores.
Prueben
a acercar la nariz al triángulo abierto de un tetrabrik de leche abandonado en
la nevera hace unas semanas. Es una experiencia sin igual. No digo que sea mala
o buena. Es única. Bien es cierto que la náusea es algo poco agradable como
sensación corporal pero se aprende mucho.
No
sé por qué me llama tanto la atención conocer olores de alimentos en descomposición.
Desconozco esa afición que, mirando a mi vida en retrospectiva, compruebo que
he llevado a cabo desde hace décadas.
También
el aspecto de la putrefacción a los ojos es bastante atrayente. Sobre los
garbanzos del cocido aparece un velo transparente aunque blanquecino que se
agarra al recipiente y tarda en escurrir el mondongo. Da mucho asco. Asimismo
el olor de la legumbre garbanzo es inigualable. Casi encumbraría éste como el
más fuerte de todos, el del garbanzo del cocido en descomposición. También está
la judía, pero de esa aún tengo poco recorrido. Soy más garbancera. Como don
Benito (el garbancero, ya saben. Que así lo llamaban sus detractores porque
decían que escribía novelas para “la plebe”. Pues sí, yo también soy garbancera
aunque no sé escribir como don Benito, pero eso a la vista está).
El
arroz se endurece. No tiene mucho más que ofrecer. Dureza y arrugas, se
convierte en arma arrojadiza potencial. El café produce unos bonitos hongos
verdes que le flotan con alegría. Aquí no se percibe olor alguno; supongo que
habrá que acercar mucho la nariz para sacarle un aliento pero, para ser
sincera, no lo he hecho nunca. Me asusta la idea de esnifar el moho del café.
The Left
Hand
Dada
mi perversión, decidí echar un vistazo a la web en busca de posibles respuestas
y, sobre todo, si había alguien más que tuviera estas inclinaciones. También,
descubrir estudios sobre la relación entre el olor y otros sentidos. Esto es,
la sinestesia: un fenómeno neurológico en el que un estímulo sensorial lleva
involuntariamente a tener una experiencia simultánea con otro sentido. Lo más
común es ver colores cuando se escuchan ciertos sonidos, pero existen mezclas
sensoriales diversas: ver olores, oler sonidos, saborear palabras, asignar
colores a números, etcétera. Sin embargo, entre las sinestesias menos
estudiadas se encuentran las olfativas.
Puedes
consultar Olfactoryum: Associations v Synesthesia o
Synesthesia Research Center para saber más de la sinestesia y los sinestésicos. Tal
vez seas uno de ellos, lo que no está nada mal. Llámame.
Parece
que hay mucha literatura sobre esto, en los últimos tiempos. Estudios en
prestigiosas entidades académicas se preocupan de estos asuntos. Así, el Instituto
israelí de Ciencias Weizman realizó en 2008 el primer
mapa de olores.
Las
investigaciones sobre los secretos de la capacidad olfativa se activaron con
fuerza a partir de los estudios, realizados por los científicos estadounidenses
Richard Axel y Linda B. Buck, que fueron reconocidos
por el Premio
Nobel de Medicina en 2004. Un trabajo publicado en conjunto en 1991 comenzó
a desentramar el complejo lío genético responsable de la capacidad olfativa.
«Hasta que Axel y Buck realizaron sus
estudios, el olfato era un misterio» señaló Sten
Grillner, del Instituto Karolinska
de Estocolmo (Suecia) tras anunciar el premio.
Seguiré
buscando investigaciones sobre el tema. Y, por supuesto, seguiré con mi
perversión. Como se puede comprobar, me he querido meter mucho en lo que otros
cuentan sobre esto. Aunque tal vez me lance a ello ahora
que vienen las navidades, periodo muy apropiado para dejar pudrir
multitud de cosas.
Aquí
dejo algunos enlaces que me han parecido interesantes:
Trastornos
del olfato: http://www.nidcd.nih.gov/health/spanish/pages/smell_span.aspx
El
aroma del recuerdo: http://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/112/el-aroma-del-recuerdo
National Geographic -
Artículo sobre la nariz, “un cerebro en sí misma”:
http://www.nationalgeographic.es/news/science/health-and-human-body/secretos-del-olfato
Y
un poco de bibliografía en inglés, para los más avezados.
§
Kuroda, et al. Sedative effects of the jasmine tea odor and (R)-(-)-linalool, one of its major odor
components, on autonomic nerve activity and mood states.(2005)
§
Lee, Inn Sook. Effects of lavender aromatherapy on insomnia and depression in women college students. (2006)
§
Lombion Pouthier, S; P. Vandel. Odor perception
in patients with mood disorders. (2006)
§
Martin, G.N. Olfactory remediation:
Current evidence and possible applications. (1996)
§
Ehrlichman, H.; Bastone L. The use of odour in the study of emotion.(1992)